Esta semana celebramos el "Día Escolar de Extremadura", por eso nuestra sección de lecturas presenta esta semana lecturas de cuentos populares extremeños.
LUNES 25 febrero 2013.
La prisa del sapo
“Llegó un buen día a la orilla del Guadiana un hermoso
sapo, panzudo y verdoncho, con mucha prisa por pasar al otro lado del río;
pero, como estaba muy crecido, no se atrevió a dar tan formidable salto, y
espero hasta el verano, con intención de saltársele bonitamente "a la
torera". Día tras día, no hacía más que pasearse orilla arriba y orilla
abajo mirando al lado opuesto y buscando sitio a propósito para pasar; pero no
le hallaba por más que abría espantosamente sus saltones ojos. Porque el pobre
bichejo tenía muchísima prisa de saltar a la otra orilla.
Así transcurrieron tres años, mientras el sapito, vega
abajo y vega arriba, deshojábase mirando sin conseguir nada, mientras corría el
agua tan ricamente sin importarle nada de su prisa. Una tarde agosteña lanzó el
bicho al río un formidable salivazo y una tremenda maldición. Arremolináronse
las aguas, se detuvo momentáneamente la corriente, chapuzáronse los peces
escondiendo entre las piedras sus cabecitas, llenos de miedo; y quedó el agua,
el viento y todo paralizado como si un poder mágico hubiera suspendido de
repente su ritmo. El sapo empezó a restregarse los ojos, sin dar crédito a lo
que veía.
Tras unos carrizos había una lengua de tierra, que tal vez
le permitiera pasar. ¡Con la prisa que el pobre tenía!
–¿A ver? ¡A la una...! ¡A las dos...! Y... ¡a las tres!
¡Cataplum!
–¡Ah...! ¡Oh...! ¡Socorro...! ¡Que me ahogo...! ¿No hay
quien me favorezca...?–, gritaba aterrorizado el pobre bichejo, pataleando desesperadamente
en la corriente que le arrastraba dando volteretas, pues el río parece que
estaba esperando que el sapo saltase para correr más turbulentamente.
Y, cuando al fin consiguió asirse a un carrizo que flotaba
río abajo y arribó fatigadísimo a un islote, murmuró el pobre, arrepentido de
su precipitación:
–¡Maldita prisa!”
Martes 26 febrero 2013.
“En el Casar de Cáceres cuentan los de Arroyo (de la Luz)
que, en una noche de lunar en que la luna se reflejaba en las charcas, un arroyano,
caballero en su jumento, se acercó a una de las lagunas para darle de beber al
borrico. Este, al meter las patas en el agua, la enturbió y movió de forma que
desapareció de la superficie de la charca la imagen del satélite. El arroyano,
creyendo que el burro se había comido la luna, se encaró con él y,
espoleándole, le decía:
–¿Te has comido la luna? Pues ¡suéltala!
Y como el borrico no la soltaba, cada vez más incomodado
le clavaba con rabia las espuelas, gritando furioso:
–¡Suéltala!
Pero el asno, firme en su terquedad, seguía sin devolver
la luna, y ya en el colmo de la exasperación, el arroyano se apeó de su
cabalgadura y, amenazándole, dijo:
–¿No la quieres soltar? Pues ahora verás.
Entonces sacó del bolsillo una gran navaja, con la que le
abrió la barriga al infeliz borrico, y ni aún así la soltó”.
Miércoles 27
febrero 2013.
–”Marzo marcete,
si haces buen tiempo
te daré un borreguete.
Y le dijo el pastor:
ya no te doy el cordero.
Y le contesta marzo:
–Con tres días que me quedan a
mí
y tres días que me preste mi
amigo abril,
te he de hacer andá
con los cencerro al cuadrí”.
Jueves 28
febrero 2013
“Un pájaro al que llamamos por
aquí avión, pues resulta que cuando volaba se tropezó y cayó al suelo con tan
mala pata que lo hizo al lao de una zorra. No veas lo contenta que se
puso la zorra, porque ya tenía comida. Lo cogió con la boca del suelo y andaba
diciendo:
–Te como o no te como.
–No me comas hasta que
lleguemos al cerro aquel y digas entonces: "avión comí"
Bueno, se fueron al cerro y la
zorra, la mu tonta, va y dice:
–Avión comí.
Y entonces el pájaro se escapó
volando, mu contento, riéndose de la zorra:
–Avión comí, avión comí..., ¡pero
no a mí!”
Viernes 1 marzo
2013.
“Había una vez una zorra que tenía la costumbre, se hacía
la muerta pa comerse los conejos y eso que iban... ¿no? Que fue un conejo a la
puerta y la vio muerta. Dice otro, dice:
–¡Ta muerta! –dice–, ¡entra!
Dice:
–No, si estuviera muerta –dice–, estaría moviendo una
pata. Que las zorras cuando se mueren mueven una pata.
Entonces la zorra, de que lo oyó, empezó a mover la pata.
Entonces ellos dos salieron a uña, ¿no?. Claro, hicieron la prueba pa que
picara la zorra”.
Cuentos extremeños, sacados de:
CUENTOS
EXTREMEÑOS DE ANIMALES
Introducción y coordinación de Juan Rodríguez Pastor
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