Semana del 25 de febrero al 1 de marzo

sábado, 23 de febrero de 2013

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Esta semana celebramos el "Día Escolar de Extremadura", por eso nuestra sección de lecturas presenta esta semana lecturas de cuentos populares extremeños.


LUNES 25 febrero 2013.

 

La prisa del sapo

“Llegó un buen día a la orilla del Guadiana un hermoso sapo, panzudo y verdoncho, con mucha prisa por pasar al otro lado del río; pero, como estaba muy crecido, no se atrevió a dar tan formidable salto, y espero hasta el verano, con intención de saltársele bonitamente "a la torera". Día tras día, no hacía más que pasearse orilla arriba y orilla abajo mirando al lado opuesto y buscando sitio a propósito para pasar; pero no le hallaba por más que abría espantosamente sus saltones ojos. Porque el pobre bichejo tenía muchísima prisa de saltar a la otra orilla.

Así transcurrieron tres años, mientras el sapito, vega abajo y vega arriba, deshojábase mirando sin conseguir nada, mientras corría el agua tan ricamente sin importarle nada de su prisa. Una tarde agosteña lanzó el bicho al río un formidable salivazo y una tremenda maldición. Arremolináronse las aguas, se detuvo momentáneamente la corriente, chapuzáronse los peces escondiendo entre las piedras sus cabecitas, llenos de miedo; y quedó el agua, el viento y todo paralizado como si un poder mágico hubiera suspendido de repente su ritmo. El sapo empezó a restregarse los ojos, sin dar crédito a lo que veía.

Tras unos carrizos había una lengua de tierra, que tal vez le permitiera pasar. ¡Con la prisa que el pobre tenía!

–¿A ver? ¡A la una...! ¡A las dos...! Y... ¡a las tres!

¡Cataplum!

–¡Ah...! ¡Oh...! ¡Socorro...! ¡Que me ahogo...! ¿No hay quien me favorezca...?–, gritaba aterrorizado el pobre bichejo, pataleando desesperadamente en la corriente que le arrastraba dando volteretas, pues el río parece que estaba esperando que el sapo saltase para correr más turbulentamente.

Y, cuando al fin consiguió asirse a un carrizo que flotaba río abajo y arribó fatigadísimo a un islote, murmuró el pobre, arrepentido de su precipitación:

–¡Maldita prisa!”

 

Martes 26 febrero 2013.

 

“En el Casar de Cáceres cuentan los de Arroyo (de la Luz) que, en una noche de lunar en que la luna se reflejaba en las charcas, un arroyano, caballero en su jumento, se acercó a una de las lagunas para darle de beber al borrico. Este, al meter las patas en el agua, la enturbió y movió de forma que desapareció de la superficie de la charca la imagen del satélite. El arroyano, creyendo que el burro se había comido la luna, se encaró con él y, espoleándole, le decía:

–¿Te has comido la luna? Pues ¡suéltala!

Y como el borrico no la soltaba, cada vez más incomodado le clavaba con rabia las espuelas, gritando furioso:

–¡Suéltala!

Pero el asno, firme en su terquedad, seguía sin devolver la luna, y ya en el colmo de la exasperación, el arroyano se apeó de su cabalgadura y, amenazándole, dijo:

–¿No la quieres soltar? Pues ahora verás.

Entonces sacó del bolsillo una gran navaja, con la que le abrió la barriga al infeliz borrico, y ni aún así la soltó”.

 

Miércoles 27 febrero 2013.

 

–”Marzo marcete,

si haces buen tiempo

te daré un borreguete.

Y le dijo el pastor:

–Mah jecho buen tiempo,

ya no te doy el cordero.

Y le contesta marzo:

–Con tres días que me quedan a mí

y tres días que me preste mi amigo abril,

te he de hacer andá

con los cencerro al cuadrí”.

 

Jueves 28 febrero 2013

 

“Un pájaro al que llamamos por aquí avión, pues resulta que cuando volaba se tropezó y cayó al suelo con tan mala pata que lo hizo al lao de una zorra. No veas lo contenta que se puso la zorra, porque ya tenía comida. Lo cogió con la boca del suelo y andaba diciendo:

–Te como o no te como.

–No me comas hasta que lleguemos al cerro aquel y digas entonces: "avión comí"

Bueno, se fueron al cerro y la zorra, la mu tonta, va y dice:

–Avión comí.

Y entonces el pájaro se escapó volando, mu contento, riéndose de la zorra:

–Avión comí, avión comí..., ¡pero no a mí!”

 

Viernes 1 marzo 2013.

 

“Había una vez una zorra que tenía la costumbre, se hacía la muerta pa comerse los conejos y eso que iban... ¿no? Que fue un conejo a la puerta y la vio muerta. Dice otro, dice:

–¡Ta muerta! –dice–, ¡entra!

Dice:

–No, si estuviera muerta –dice–, estaría moviendo una pata. Que las zorras cuando se mueren mueven una pata.

Entonces la zorra, de que lo oyó, empezó a mover la pata. Entonces ellos dos salieron a uña, ¿no?. Claro, hicieron la prueba pa que picara la zorra”.

 

 

 

Cuentos extremeños, sacados de:

CUENTOS EXTREMEÑOS DE ANIMALES

Introducción y coordinación de Juan Rodríguez Pastor


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