5-11- 2012
Esto era una bruja malvada que
convirtió en cisne a la más bella de las princesas. Desde entonces, la princesa
cisne vive en un lago sin saber quién ni qué es. Aunque a veces tiene
intuiciones:
-Yo no me siento cisne… ¡Quizá sea un
ganso!
Y cuando piensa eso, se pone a hacer gansadas,
provocando la risa de todos los del estanque.
6-11- 2012
Esto era un piojo muy picajoso. Se picaba por cualquier tontería.
-¡Qué grande eres! –le decía por ejemplo un amigo.
Y el piojo saltaba de inmediato:
-¡Mentira! Jamás seré grande ni lo quiero ser.
O le decía otro, al cruzarse con él:
-Qué bien te veo, piojillo.
-¡Mentira! Soy pequeñajo y nadie me puede ver bien.
-Oye, si eres un piojo y lo tuyo es picar a otros, ¿se puede saber por qué te picas tú con tanta facilidad?
El piojo se encogió de hombros:
-Me van los piques. De modo que cierra el pico. O vete a la mina a picar.
MIÉRCOLES
Violeta y Girasol
7-11-2012
Don Girasol le dijo un día a la bella Violeta:
-Hueles de maravilla y eres preciosa. ¿Quieres casarte conmigo?
La bella Violeta miró de arriba abajo a don Girasol, dio un suspiro y le respondió:
-Iba a decir que no pero te voy a decir que Sí, porque contigo seguro que me lo paso PIPA.
Y Violeta rompió a reír.
JUEVES
El burro elegante
8-11-2012
Cuentan de un burro que un día se fue a la ciudad a comprar un sombrero.
-¿Y para qué quiere usted un sombrero, si no es mucha curiosidad? –le preguntó el dueño de la sombrerería.
-Para estar elegante en la pedida de pezuña de mi burra favorita.
-¡Ah, caramba! Eso requiere un sombrero de alto copete. Pruébese éste.
Y le tendió un hermoso sombrero de copa.
-Perfecto –dijo el borrico-. Ahora solo me falta un bastón y dos pares de zapatos de claqué.
-¿También baila usted?
-No, pero si he de dar coces y palos delante de mi futura señora burra, quiero hacerlo con estilo y sin desmerecer.
El burro se fue y el sombrerero se quedó en la puerta de la tienda mirándolo y rascándose la calva a más no poder:
-¡Caramba con los burros! No son como yo pensé…
VIERNES
9-11- 2012
Esto era una serpiente que un día, muerta de hambre, se comió una remolacha. Las serpientes no son vegetarianas, así que le sentó fatal y la tripa le empezó a doler un montón.
-¡Ay, ay! – se quejaba.
-¿Qué te pasa? –le preguntó un parajillo, desde lo alto de la rama de un árbol.
-Me duele horrores el vientre.
-Puede, pero no sé que fue lo último que comí. No me fijé. Si te asomaras a mi boca y me dijeras qué tengo ahí dentro quizá pudiera buscar remedio para los dolores.
Eso dijo la serpiente desde el suelo, mirando hacia arriba y abriendo a tope la boca. El parajillo no sabía qué hacer.
-¿Quieres que mire ahí dentro?
-Por favor, hazlo. Me siento morir.
-Vale, pero ten cuidado…
El buen pajarillo bajó de la rama volando y se metió en la boca de la serpiente para ver qué había comido.
Si lo vio nunca se supo, porque la boca se cerró de inmediato. Aunque quizá desde dentro oyera a la serpiente:
-Qué alivio. Por fin un poco de comida digestiva.
Y esta es la Moraleja: donde haya peligro nunca metas la cabeza.
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