Ore apa tenkitenenoto nemeta olmasani enkiteng. Nisho ake nab oolong enkai, neipotu oloyioni obo loo imaasai nejoki ‘Evo nomo ntobiru enkang…
Al principio de todo, Enkai llamó a Massinda, uno de los primeros masai, y le dijo: “Construye una barrera de espinos alrededor de un gran círculo de tierra y protégelo con vuestras casas. Cuando termines, ven a decírmelo”.
Massinda construyó el gran cercado y fue a decirle a Enkai que ya había terminado.
Enkai le dijo:
“Cuando llame, saldrás de tu casa y yo te daré algo que llamarás “rebaño”. Guarda silencio hasta que tal cosa se cumpla”.
Massinda volvió a su casa y esperó la señal del Creador. Esperó durante mucho tiempo; se despertó varias veces sobresaltado, aguardando con ansia el momento y mirando por una rendija que hacía las veces de ventana de la choza.
Un día el cielo se oscureció y una espesa bruma cubrió la sabana.
Massinda miró a su alrededor y se cubrió los hombros con su manta roja para protegerse del gélido viento. Oyó el estruendo del trueno y levantó los ojos al cielo.
Vio cómo se abrían los cielos y de las alturas caía una gran escala.
Un rebaño fue bajando por ella al interior del cercado y la tierra tembló con tanta intensidad que hasta las cabañas se estremecieron.
Massinda estaba aterrorizado, pero no mostró miedo.
Ndorobo, que ayudaba a Massinda en las tareas domésticas, salió de la casa y exclamó: “¡Hala!... ¡Cuántos animales!”
Al oírlo, Enkai retiró la escala y dijo a Massinda, creyendo que era él quien había hablado: “Como parece que tienes suficiente con este rebaño, no volveré a bajarte animales. Y ahora tienes que aprender a amarlos como yo los amo y como amo al resto de mis criaturas”.
Esa es la razón por la que los masai quieren tanto a sus rebaños.
Massinda se encolerizó con Ndorobo, pues por su culpa Enkai había retirado la escala.
Se acercó a Ndorobo y le abofeteó.
Toda la arrogancia de sus rasgos aparecía esculpida a cincel en su hermoso y delgado rostro. Le dijo:
“Ndorobo, por tu culpa Enkai ha retirado la escala, privando a los masai de poseer muchos más animales. Seguirás siendo tan pobre como siempre has sido… Tú y tus descendientes seréis siempre nuestros sirvientes y viviréis con las fieras. Que la leche de mis rebaños sea veneno para ti y para tus hijos si alguna vez intentáis probarla”.
Esta es la razón por la cual los ndorobo viven en los bosques y no beben leche.
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